lunes, 22 de septiembre de 2014

V Madrid-Segovia


Una más
Me cuesta creer que esta haya sido la edición de la Madrid-Segovia a la que mejor entrenado he llegado. Todo lo contrario, creo que llegué bastante pasado de forma, a pesar de la bajada de kilómetros de las últimas semanas. Sin embargo, he bajado en 30’ mi mejor marca en un 100 en ruta, incluyendo los 101 de Ronda. Supongo que muchas veces, en carreras largas, juegan otros factores en el partido, y casi siempre he estado lejos de que se alinearan todos los planetas para conseguir la carrera perfecta. Aún estoy esperando que llegue esa ocasión. Intuyo que tengo bastante margen de mejora en esta distancia.
Así, me puse en la línea de salida junto a Miguel y Diego, como fruta madura, y con una interesante desmotivación como consecuencia de mis ya cuatro participaciones anteriores y la improbable posibilidad de mejorar posiciones o tiempos pasados.
Pero nunca se sabe. El comienzo “tranquilo” de la carrera me ayudó a meterme en la misma, y podía seguir el ritmo del grupo cabecero pero sin grandes sensaciones. Hasta Tres Cantos, casi todo bien, aunque ya el ritmo de 4’40” se me antojaba algo rápido, y había alguno de los ocho componentes del grupo que parecía que tenía intención de correr de verdad a partir de entonces.

Estrené zapatillas ese día, como si fuera un novato, y comencé a notar molestias en el tramo Tres Cantos-Colmenar. A partir de entonces, y hasta la Barranca, cada pisada, cada zancada, era una pequeña tortura, como alfileres que me pinchaban en el antepié. Las plantas me abrasaban y no veía el momento en el que llegar a Cercedilla, donde tenía mis Adidas con las que creía que podría sentir cierto alivio. Gracias a los ánimos de Julito, antes de llegar a Colmenar, pude sentirme algo mejor.
Compartí unos km con Carlos Micra desde Colmenar hacia el Puente Medieval, pero ni siquiera podía seguir un ritmo que me parecía cómodo. Creo que por entonces tenía siete u ocho corredores delante de mí, pero lo que sí sabía era que se trataba de una carrera de resistencia, mi 11ª prueba de 100 km o más, y todo lo malo que se pasa en unos momentos puede cambiar en minutos, o kilómetros...
Muy solo y desmotivado, exceptuando los momentos de los avituallamientos donde Belén, María y Luis me cargaban las pilas de ánimo y optimismo, pasé por Manzanares, por Mataelpino, dejando atrás a dos corredores que se habían “roto”, y me dirigí a la Barranca con sensaciones de que todo podía irse al traste. En esos momentos no tenía ningún objetivo claro, ni por puesto ni por tiempo, y lo único que pretendía era seguir corriendo dignamente. Iba sexto en ese punto.


De las sombras a la luz

Subiendo hacia la Barranca pensé muchas cosas, una por encima de todas: que no iba a abandonar a pesar de las zapatillas y de las malas sensaciones. Me acercaba al avituallamiento y una vez allí, en una parada meteórica, las palabras de Belén y los ánimos de María, Luis, Kike, Eva… me ayudaron para ponerme en marcha con otra cara, pero también con otros ánimos y sensaciones. Como de milagro me sentí mejor, desaparecieron las molestias en los pies y corrí como alma que lleva el diablo justo cuando el que al final terminaría octavo, estaba a punto de cogerme.
El parcial de este tramo fue muy bueno, y llegué a Cercedilla con ganas y con fuerzas. Me cambié rápidamente de zapatillas y me dispuse a enfrentarme a los 15 km de subida a Fuenfría con otro talante. Carlos compartió de nuevo otros cuanto kilometrillos conmigo, e incluso repostamos agua en la misma fuente, pero un poco más arriba se quedó un poco atrás porque tenía flato. Mis pies comenzaban a sentirse mejor y las zapatillas funcionaban.
Desde el cruce con la Calzada Borbónica hasta meta ya no volví a bajar el ritmo, ni tampoco a mirar atrás. Confié en mi velocidad de crucero, que me parecía buena, y eché cuentas para tratar de llegar a Segovia con 9h45’ aproximadamente. Los voluntarios de los últimos avituallamientos, como los de antes, se portaron de maravilla y me animaron continuamente, ayudando en todo lo que podían, aunque yo ya paraba cada vez menos. El ritmo constante y machacón por la bajada de Fuenfría, primero, y por los llanos de la “estepa” segoviana, después, me dejaron a las puertas de la meta con muy buenas sensaciones y con fuerza para correr a 4’30” los últimos kilómetros. A pesar de la falta de motivación por pelear por un puesto entre los tres primeros, aún tenía la de llegar con mejor tiempo que en anteriores ediciones y, sobre todo, terminar fuerte y con ganas.

La entrada a meta, apoteósica, fue de las más bonitas de todos mis 100. Mucha gente aplaudiendo, muchos amigos, mucho cariño... al final las 9h40’37” por los caminos desde Madrid a Segovia merecieron la pena. Quizá haya sido el colofón final a mi “idilio” con esta carrera, a la que he visto nacer y crecer. Supongo que nuevos retos y pruebas esperan, y a no ser que aquí estuviera supermotivado con amigos o nuevas propuestas, no volvería a ponerme en la línea de salida. Acabé contento con mis 30 minutos menos que otras ediciones, un quinto puesto en la general y primero de mi categoría. Aún así, espero que la prueba siga creciendo...
Súper gracias a todos los que me han animado y acompañado, y en especial a una persona que se merece lo mejor del mundo.

2 comentarios:

  1. Hola Claudio, soy Javier Ayuso, tuve el placer de compartir contigo el entreno oficial Cercedilla-Segovia allá por julio. He leído deternidamente tu crónica y he pensado dos cosas: ¡qué emocionante! y ¡cómo me siento identificado!. Yo acabo de llegar a esto del ultrafondo y no sé si me consolidaré porque también me tira la montaña y las maratones, pero mi experiencia del sábado fue magnifica y terminando con fuerza como tú, pero vosotros sois unos cracks, no sólo sois buenos, sino que además sabéis jugárosla y sufrir. Me alegré mucho cuando me dijo mi mujer que ya habías llegado (te estaba viendo). Yo iba bajando la Fuenfría y eché cuentas, pensé: Claudio ha bajado de 10 horas, se lo merece. Pero lo importante no es el tiempo que hiciste, ni siquiera tu calidad como corredor, lo importante es tu calidad como persona. ¡No cambies!

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  2. Vaya, Javier, ¡muchas gracias! Seguro que hay otras carreras o otros entrenamientos en los que volveremos a coincidir. Irás viendo que esto no tiene muchos trucos y que todo es trabajo, perseverancia y motivación... ¡Ánimo con los entrenamientos! y me alegro que en tu carrera sintieras todo eso que dices. ¡'Nos vemos próximamente!

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