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 La luz lo es todo en la fotografía. Sin ella no podríamos fotografiar ni el más mínimo detalle. Dependemos de su intensidad para hacer las fotos, con más o menos calidad. De su color y de su calor para que algo cobre vida...
La luz puede ser natural, artificial, o una mezcla de ambas. En principio es más fácil controlar la artificial, pues la colocas como quieras, das la intesidad que necesitas, e incluso la temperatura de color que requiere un tema. En el exterior prevalece la luz natural. Esta es muy cambiante, dependiendo de la hora del día de la estación del año, y de la climatología. 
Aprender de la luz nos puede reportar un tanto por ciento muy elevado en nuestra creatividad, puesto que podremos hacer cosas muy complicadas con algo sencillo (luz de una ventana), o sencillas con algo complicado (un contraluz).

 En este caso, aprovechando la luz que entra por dos ventanales he iluminado el cuerpo creando volumen y textura, subexponiendo para que los tonos altos sean solo una línea, pero con detalle, y los tonos bajos siquiera una sombra. Hemos convertido a uuna modelo de piel blanca en una escultura de ébano.



 Siempre he considerado que la fotografía en blanco y negro es todo un reto. Prácticamente todo lo que nos rodea está “pintado” con un color más o menos vivo, brillante o apagado… es como vemos la realidad; en colores. Para transformar mentalmente esos colores a una escala de grises, blancos y negros, hay que tener mucha imaginación, y es aquí donde los más dotados tienen ganado mucho terreno. Investigar a través de la fotografía un mundo sin colores es un buen ejercicio de creatividad, y los resultados pueden ser totalmente asombrosos.

 

Unas líneas son algo más que curvas y rectas... en toda fotografía hay que mirar más allá para ver lo que el fotógrafo quiere decirnos.

Dibujar con la luz puede ser muy complicado, o muy fácil, dependiendo de lo claro que tengamos las ideas


 No siempre lo que está detrás es peor que lo que está delante... siempre hay que ver lo mejor de lo que tenemos