CARRERAS

HARÍA EXTREME 2013
Un volcán de carrera
La Haría Extreme no ha sido una carrera más en mi larga lista de pruebas que he acabado. Nada en ella me dejó indiferente, y todos los detalles que la rodean sobrevivirán en mi recuerdo desde el mismo momento en que la conocí hasta que la luz de mis ojos se apague. ¿Exagerado? Quizá, pero así es.

Como Copa de España de Carreras de Montaña, a la Haría Extreme le rodea todo lo grandioso de las citas importantes. El aspecto organizativo es una de las cosas que más llama la atención, puesto que todo se hace a lo grande. Señalizado, recogida de dorsales, cena y comida de la pasta, presentación de corredores y equipos, briefing de bienvenida y charla técnica… Estar rodeado de decenas de corredores y corredoras musculosos, sin un ápice de grasa, enjutos, concentrados, es algo que se ve en cualquier otra prueba, pero con la diferencia de que estos corredores son los mejores en su terreno, en sus Comunidades Autónomas y en su especialidad.

Ni que decir tiene que estar allí es un regalo, con mayúsculas, y cualquier nimiedad que nos acompleje en la carrera queda en segundo plano ante el éxtasis que se experimenta en los momentos previos de la salida. Unos momentos que en esta ocasión he tenido oportunidad de disfrutar los días anteriores, metiéndome de lleno en el ambiente de la Haría Extreme desde que recorrí uno de los tramos de la prueba, a modo de explorador.

Ni el terreno volcánico en algunas zonas, ni las pendientes imposibles del km 24, ni tan siquiera el fuerte viento que sopló durante los días que allí estuve,  se impusieron a los olores, a los colores, a respirar puro aire competitivo por las calles de Haría, una población volcada al 100% con su prueba. Gracias a la acogida de sus moradores, y a las instituciones que apoyan esta carrera, fue un placer pasear por sus calles, de largo primero, y de corto después con un dorsal enganchado a la camiseta.

Vamos al lío
Aunque no era una carrera muy dura y, al decir de muchos, tampoco muy técnica, a mí sí me lo pareció. Sobre todo cuando se corren los primeros 10 km a poco más de 4’30”/km por senderos, ramblas, pistas y caminos imposibles repletos de rocas volcánicas… Es verdad que en los primeros kilómetros también había momentos en los que se podía correr sin preocuparte de dónde pisabas, pero en la mayor parte del recorrido de los primeros 17,5 km, había que estar muy atento a la pisada, y eso ni a mí, ni mi tobillo, nos “molaba” demasiado.

Comenzaba la aventura con el pistoletazo de salida en Haría y un corto recorrido por las calles del pueblo. Era el momento de coger posiciones porque enseguida llegaba una zona un poco conflictiva donde había que pasar en fila de a uno. Ya estábamos metidos en senderos de tierra roja y polvorienta, y las pisadas de los corredores que me precedían iban levantando una minúscula capa de polvo que se quedaba en suspensión. Marchaba por entonces en el grupo de las mejores mujeres, con las candidatas a los puestos de honor en su categoría, y me consideraba un espectador de excepción del duelo silencioso entre ellas. Mujeres fuertes, rudas, musculosas, también delgadas, de Cataluña, Madrid, Baleares, Castilla y León, Canarias y el País Vasco, se esforzaban por entonces en coger posiciones, mientras el terreno iba cambiando a mejor (para mí), de sendero por ramblas a pista ancha y sinuosa.

Desde el principio perdí de vista a los mejores. Lógico. Son corredores que corren fácil a 3 y poco y con las prisas que tenían se alejaron en un momento del pelotón en el que yo marchaba. El primer avituallamiento del km 5 lo pasamos raudos, casi sin parar, y justo antes del 10 nos habíamos metido en un terreno complicado, en “Malpaís de las Siete Leguas”, con un suelo volcánico muy técnico y vegetación baja. Difícil ver dónde se pisaba, era evidente que comenzaría a perder posiciones incapaz de trotar a un ritmo decente.

Comenzaba a cometer errores, como ir con pies de bailarina y “pasar” literalmente de la hidratación. Esto, más adelante, me pasaría factura. Aunque no hacía mucho calor, la humedad y la baja ingesta de líquidos, tanto en los momentos previos a la carrera como en ella, causaron estragos en mi organismo...

Órzola, primeros síntomas
En el pueblo norteño y pesquero de Órzola estaba situado el suculento avituallamiento del km 15, aunque para mí fue casi invisible. En esos momentos iba más pendiente de no perder comba con las chicas que corrían unos metros por delante de mí, pues las consideraba una buena referencia para mi carrera. Las cuestas aún no habían empezado y todavía podía aprovechar unos 3 km de sendero y pista antes de afrontar la primera subida de 2.5 km y unos 300 de desnivel. En esos 3.000 metros previos se pisaba de todo, pero lo que más noté fue la falta repentina de energía. ¡Buff! Aquello empezaba a ponerse “cuesta arriba”.

Llevábamos una hora y media de carrera aproximadamente y el viento de repente se paró. Ya no sentía al aire rodearme, empujarme o frenarme, y solamente notaba un sofocante calor que empezaba a deshidratarme alarmantemente. La subida había comenzado hacia el Mirador del Río, km 20, y la cuesta, aunque llevadera y corrible en ocasiones, me estaba liquidando literalmente. No me pasaban muchos corredores, pero no le daba mucha importancia y lo único que me preocupaba era encontrar agua rápidamente. A pocos metros de llegar a lo más alto, una botella de litro y medio descansaba al borde del camino, con su dueño a escasos metros. Lógicamente se la pedí, y pude beber un sorbo largo que me dio un poco de vidilla.

Mi segundo gran error llegó pronto. En el avituallamiento del 20, con buen ambiente y la gente animando, prácticamente no paré y con dos minúsculos trozos de sandía creía que sería suficiente para continuar. Aún había un tramo de tierra favorable muy de correr, antes de iniciar los tramos más técnicos de la carrera.

Bienvenido al infierno
A veces se piensa que la llegada de los tramos en bajada te pueden dar un respiro, un descanso en las piernas, los pulmones y el corazón. En muchos de los casos es así, pero si lo que nos viene es una bajada muy técnica con piedras sueltas, decenas de curvas, arenilla, etc., la historia cambia radicalmente.

El camino de los Gracioseros en condiciones normales podría ser incluso divertida. Cambios de ritmo, de apoyo, deslizamientos de piedras... pero cuando uno está afectado por la falta de agua, de sales, cuando uno pierde la coordinación en los movimientos, hasta una pista de atletismo parece la superficie de un puente colgante. De esta forma, la pérdida de tiempo en este trozo, que me pareció larguísimo, fue considerable. Inapreciable, sin embargo, ante lo que venía a continuación. Algunos espectadores y voluntarios animaban en las cerradísimas curvas, o simplemente te miraban esperando quizá que las piernas fallaran y poder ayudarte en seguir por aquel infierno rocoso.

Cuando llegué abajo no me explicaba como no me había estampado contra el suelo. Evidentemente la respuesta la tenía unos cientos de metros más adelante, con la demostración que me hizo una corredora bajando “ligeramente” más rápida que yo, y que en poca distancia me sacó el doble.

Bueno, quedaba llegar a la temida subida del Camino de los Pescadores, el famoso repecho de las cuerdas. A pie de acantilado yo ya había llegado con la reserva y la cabeza comenzaba a irse en busca de otras aventuras. Miré una vez para arriba y creo que me mareé. A partir de ahí sobrevino el “infierno”. La subida, dura donde las haya, sí, me dejó muerto, y mientras trataba de avanzar me adelantaban decenas de corredores que me preguntaban qué me pasaba. Me sentaba una y otra vez e intentaba coger aire, pero estaba tocado en la línea de flotación y estaba a punto de hundirme. Metro a metro, minuto a minuto subí como pude, pero tardé más de 1 hora en poco más de 5 km.  Mi único consuelo era que al final de esta temida cuesta estaba el avituallamiento salvador. Por mi cabeza pasó muchas veces la idea de retirarme porque era obvio que en ese estado no podría continuar, completamente mareado. Hice un gran esfuerzo por terminar de subir, y una vez arriba, recuperarme tranquilamente bebiendo todo lo que pude.

Una pausa que salva la carrera
Kilómetro 25. Bebo, como un poco de sandía... vuelvo a beber. Respiro, me siento, pienso. Me recupero lentamente y me digo que lo que viene a continuación ya no es tan duro. La carrera está perdida en sí, pero aún falta llegar a meta dignamente, algo por lo que también se puede y debe luchar.

Quedaba la subida a la parte más alta de la carrera, la llamada el Gallo, y yo solo pensaba en si estaría lo suficientemente recuperado para continuar. Empecé tranquilamente, con un par de trozos de sandía en la mano, y cuando los acabé me puse a trotar a ritmo muy suave. Un ritmo suave que lo podía mantener, aunque aún experimentaba un extraño proceso de recuperación en mi cuerpo.

De cualquier forma, no se me hizo tan largo este penúltimo tramo hasta el avituallamiento del 30. Eso era síntoma de que no estaba ya tan mal y, aunque cansado, podía correr un poco alegremente en el tramo final de bajada hasta Haría. Hacía mucho tiempo que los corredores a mi alrededor se podían contar con los dedos de una mano, y en los primeros tramos de la bajada técnica, solamente me pasó uno de ellos. Después la bajada mejoró, era más de sendero, con piedrecillas sueltas pero sin apenas peligro. Solo me quedaba exprimir lo que pudiera las fuerzas que me quedaban y llegar antes de que mi reloj marcará las cuatro horas de carrera. Así lo hice, 3h55’ para los 34 km. Un mundo, más de lo que me esperaba hacer.

SE acababa la Haría Extreme. Con un ambiente fenomenal en la llegada todos los sinsabores desaparecían, y volvía la impresión de que estaba en la mejor carrera que había corrido hasta ese momento. Luis Alberto Hernando y Nuria Domínguez ganaban la carrera, aunque muchos de los que llegamos más tarde que ellos, también nos consideramos en cierto modo ganadores.



Media Maratón de Coslada
Puro entrenamiento
Me presenté en Coslada con ánimo de hacer un buen entrenamiento partido en dos. La primera parte por mi cuenta, unos 10 km a ritmo suave, y la segunda metido en carrera, al ritmo que me pudieran dar las piernas. El resultado final fue bueno, y después de los primeros 10 de calentamiento pude hacer los restantes 21 cercanos a 4'20"/Km. Esta era una carrera a la que no volvía desde hacía años, y me sorprendió muy gratamente por el nivel de organización que tiene en estos momentos.
Media Maratón de Coslada (Madrid)
Fecha: Domingo, 
Longitud: 21,097
Desnivel: ¿?
Recorrido: Asfalto, (B)
Señalización, cortes caminos: Mb
Participación: 400 corredores (B)
Organización: MB
Ambiente: B
Clima: Soleado, temperatura suave
Inscripción: 10 euros (Mb)
Bolsa, premios, regalos: MB

II Carrera de montaña Transcanchos en Plasencia
Ganó el barro
Una semana después de la carrera, aún sigo escuchando el "chof-chof" del baro y el agua al ser aplastado por mis zapatillas y el de las de los que a mi lado corrían. Sin duda, una carrera muy dura, en la que tuvimos que adaptar nuestro ritmo al estado del terreno, más de lodo que de barro, intentando no caernos y mantener el equilibrio. Paraje fantástico por las Dehesas extremeñas, casi diría que desconocido para mí con esa proliferación de vegetación baja, alcornoques y encinas. 
La carrera en sí, muy divertita, pero llena de tensión poque la caída esperaba en cada palmo del terreno. Subidas y bajadas continuas, no muy largas, pero algunas bastante duras, han hecho de esta carrera una de las más duras que he corrido.
Los vencedores, Domingo Remón y Vanessa Ortega, completaron los 20 km en 1h32' y 2h02' respectivamente. Por mi parte, casi dos horas, 1h56', con unas sensaciones malas al principio y mejorando poco a poco hasta acabar casi contento en el puesto 26º. La próxima, el Cross de Cebreros, en Ávila.

II Carrera de Montaña Transcanchos en Plasencia (Cáceres)
Fecha: Domingo, 24 de marzo
Longitud: 20,100
Desnivel: 1.800 acumulado
Recorrido: Sendas, trochas, (MB)
Señalización, cortes caminos: Mb
Participación: 160 corredores (B)
Organización: MB
Ambiente: MB
Clima: Nublado, humedo, sin lluvia
Inscripción: 10 euros (Mb)
Bolsa, premios, regalos: B




I  Subida al Camorro en Castañar de Ibor
"Cuando no se puede, se frena"
La I Subida al Camorro en Castañar de Ibor ha sido una carrera bastante predecible. Viendo el perfil del recorrido ya tenía claro que habría una buena subida de unos 500 metros de desnivel en los primeros 5 km de carrera, después unos 13 km de bajada suave, y por último unos 3.000 metros durillos para llegar a la Plaza de España de Castañar de Ibor.
Si era predecible por su recorrido, tambien lo era por mi estado de forma, un poco "tocado" de una gripe que me ha dejado secuelas de las cuales trato de recuperarme poco a poco. Así, lo normal era que no hiciera gran cosa en carrera, pero aún con esto lo intenté al inicio. Comencé a buen ritmo, pero en el km 2 ya veía que el oxígeno no regaba ni mis músculos ni mi cerebro. No era cuestión de luchar contra las adversidades, y me dejé ir en la carrera a la espera de otra oportunidad que me deje más satisfecho.
La carrera era bonita, con mucho verde y agua, vegetación extremeña en definitiva, pero con demasiada pista para tratarse de una carrera de montaña. El entorno era precioso, pero el pueblo me decepcionó un poco por su poca cuidada arquitectura, con muchas fachadas sin encalar, con cemento y ladrillo de mala calidad. Bueno, un detalle sin importancia, ya que lo importante era la carrera, y está se llevó un notable general.
Los vencedores fueron Mario Villadangos (1.30.20) y Belén Díez (1.54.54). Yo terminé en 1.54.30, en el puesto 39.

I Subida al Camorro en Castañar de Ibor (Cáceres)
Fecha: Domingo, 10 de marzo
Longitud: 21,095
Desnivel: 1.300 acumulado
Recorrido: Pistas, cortafuegos, asfalto (B)
Señalización, cortes caminos: Mb
Participación: 90 corredores (R)
Organización: B

Ambiente: B
Clima: Nublado, humedo, sin lluvia
Inscripción: 10 euros (Mb)
Bolsa, premios, regalos: B


Terminar y volver a empezar
Se acabó el año 2012 y como quien no quiere la cosa ya nos hemos merendado casi medio mes de enero, como no, aderezado con un trocito de roscón. El roscón vino de Tordesillas, donde hicimos parada sin fonda, para correr un cross clásico de invierno. Como no, temperaturas bajo cero y el cuerpo que en ningún momento presentía que el músculo se calentase. Resultado final: 34.18 minutos para 8,5 km que no dicen gran cosa, eso sí, 6 minutos menos que el año pasado.
Antes de Tordesillas, mis zapatillas y yo habíamos pasado por los arroyos de Pedrezuela, también por sus pistas, cortados, senderos, subidas y bajadas, claro... el motivo, un Trail precioso que catalogaré como una de las carreras más bonitas del año. Aquí poco puedo decir, ya que me dediqué a acompañar y a observar, lo que podía entre la niebla, el paisaje de tan desconocido paraje. El tiempo final, en estas situaciones qué más da, pero como referencia para otras posibles participaciones, 1h36' en los 18'5 km de recorrido quebrado.

Fin de semana con doblete
El Cross de Patones y el Cross de la Ciudad de los Poetas han sido mis dos últimas carreras, la primera con el ya conocido recorrido de 12 km por pistas y carretera, el segundo con 2 km de circuito (3 vueltas) en medio del Pinar de La Dehesa de la Villa.
Ninguna de las dos ha sido muy buena en cuanto a resultados. En Patones mejoré el horrible tiempo del año pasado, y en la Dehesa de la Villa lo empeoré bastante, fruto en parte por salir muy relajado y a cola del pelotón. Aquí estuvimos formando equipo Marek, Miguel, Kike y yo en veteranos, mientras que Alberto corría en solitario en la categoría Senior, por cierto, haciéndolo muy bien.
En Patones, un día antes, sí que fui con mejor predisposición y me coloqué bien en la salida para meterme en carrera rápidamente. Un primer kilómetro a 3.17 ya me hizo ver que no podría con ese ritmo cuando llegara el llano y las cuestas, claro. Me vi lento, pesado y muy ahogado en la respiración, así es que me contenté con llevar un ritmo "rapidillo" desde el km 3 hasta el final. Compartí unos cuantos kilómetros con Iván, mientras Marek iba un poco por detrás haciendo su carrera. Al final, en meta, hice 50.20, unos segundos menos que Iván, pero peor que mi primer Patones ¿? Es lo que hay.
Patones: 50.20
Poetas: 25.21



XXXVI Media Maratón de Moratalaz (1.24.04)
-->
Mi reencuentro con la Media Maratón que me vio nacer como corredor me ha dejado un poco indiferente en el aspecto emocional. No es que esperase que sonarán clarines y trompetas al finalizar, pero siempre le cabe a uno la duda de si habrá algo oculto tras el arco de meta que no visualizamos hasta que pasamos por el.


En esta ocasión no ha habido nada. Una pena, sin duda, porque es una carrera a la que un poco de cariño sí le tengo, porque negarlo, y las sensaciones después de acabar en 1h24’04” no han sido nada destacables, ni por malas, ni por buenas. Será quizá porque en estos últimos meses (y me remontó ya 12 o 14), no estoy dando “pie con bola” en mis salidas de supuesto entrenamiento. La verdad es que me he dedicado a vivir al día, tratando de no dejarme llevar en exceso por la apatía, y eso no es bueno para que el cuerpo reaccione cuando se le exige de verdad. Así me encuentro con unos músculos y articulaciones que son incapaces de pasar de una velocidad de crucero que ronda los 15 Km/h, algo de lo más normal si pienso en lo poco que hago para mejorar este aspecto.


En fin, de momento no se preve cambio importante en mi comportamiento con las zapatillas puestas, así es que seguiremos por este camino… el más cómodo al fin y al cabo, pero también el menos emocionante.


Maratón de Montaña de El Escorial
Otra carrera a la que me apunté prácticamente a última hora, y todavía sin saber muy bien porqué, ya que se supone que debería estar en período de recuperación tras la Madrid-Segovia. Quizá fue las ganas de saber hasta dónde y cómo podría llegar mi cuerpo en una carrera por montaña un poco más larga de lo habitual. Esta vez eran 42 kilómetros, una distancia que doblaba a lo que he hecho normalmente por montes. Supongo que había que tenerle cierto respeto.
La carrera fue muy bonita. El recorrido variado con grandes cuestas, sobre todo la subida a Abantos, descensos vertiginosos, pistas, trialeras, campo a través, un poco de todo... ciertamente lo que a mí me gusta en una carrera de este tipo que te permite correr en más del 90% del recorrido. 
La primera subida, nada más comenzar, se hizo dura, aunque ya medio la conocía. Los músculos de las piernas y los lumbares no me dejaron ir mejor y me colocqué en una cómoda posición de la que prácticamente no saldría en toda la carrera. En las subidas me pasaban algunos, en las bajadas les pasaba, como en un juego del ratón y el gato... El recorrido, ciertamente, permitía poco descanso. 
A media carrera (Robledondo) ya sabía que se me podía hacer larga, y cada vez que venía una cuesta intentaba no perder demasiado tiempo con respecto a los que me rodeaban. En las bajadas mantenía el tipo, y me volvía a colocar en mi puesto o ganaba alguna posición. 
Sobre el 27 iba en el puesto 18 aproximadamente, y desde allí hasta meta conservé esa posición más o menos. La parte final tenía un par de repechos aún, pero mucha más bajada donde pude recuperar un poco las piernas. Los últimos 9 kilómetros eran muy bonitos para saber "bajarlos", y ahí disfruté mucho de la sensación de poder correr por la montaña.
Al final 4h 06' (16º) llegando un poco cansado pero sin problemas musculares, aunque hubo un par de amagos de calambres. 








Media Maratón Solidaria de Madrid (Somosierra)    
Volver a competir dos semanas después de haber finalizado una carrera de 100 km no tiene mucho sentido para mí. Las piernas no se han recuperado aún, y el organismo todavía está buscando en qué mina se quedaron tantas sales y minerales perdidos...
A pesar de esto quise probar, puesto que esta carrera de Somosierra me gustaba y me traía buenos recuerdos. No se trata de una durísima carrera de montaña con tramos técnicos, ya que discurre en su mayoría por pistas, pero sí que tiene una buena subida de más de 1.000 metros en poco más de 9 km. Lo justo, pensé, para poder correr un poco cuesta arriba.
Sin embargo las cosas no siempre son como se piensan, y en este caso ni siquiera acompañó el previo, que me dejó sin apenas haber calentado 5'. Ideal para salir a correr de buenas a primeras por una rampa del 15%. En fin, tranquilidad, pensé, y a correr hasta donde se pueda sin fijarme en los demás.
Así lo hice, pero cuando llegó una rampa un poco más vertical mis piernas avisaron de que no tenían oxígeno suficiente para el músculo. Cuando apareció la "madre de todas las cuestas" fue el clímax total para mis gemelos. Qué le íbamos a hacer, de nuevo paciencia, subir despacito y esperar que el terreno volviera a la vertical. Cuando llegamos a la cima, supongo que estaría entre los 30 primeros, pero con un buen puñado de corredores a la vista, así es que... para abajo sin más dilación.
Poco a poco pateé el terreno seguro, con rampas y sin ellas, con piedras o con tierra y fui dejando atrás a muchos de los en teoría rivales. Lo cierto que ese día el rival era yo mismo, pero esto no me impidió correr lo que pude para ganar algunos puestos.
La bajada no fue tanto como yo esperaba, y hubo un par de amagos de pasarlo mal, pero finalmente la meta llegó antes de que se cumplieran las 2 horas de carrera. Buen tiempo. Teniendo en cuenta las circunstancias, claro.
Me despido de mi pequeño circuito de "trofeos" con el primer puesto en veteranos en Asperillas, el primer puesto por equipos en la Madrid-Segovia, y el tercer puesto de veteranos en esta de Somosierra. Hale, a buscar la próxima...






Madrid-Segovia
-->
El infinito no existe

Sinceramente no sé si me esperaba un resultado como el que hemos conseguido en la III Madrid-Segovia; primeros por equipos y cuartos absolutos en la general. El abanico de posibilidades era amplio antes de empezar, desde hacer un súper carrerón en 9 horas y poco, pasando por un más discreto de 10/11 horas, o el que más me temía, el de hacer crack. Finalmente las 10h13’ que estuvimos en carrera nos dejaron satisfechos a los tres, Iván, Marek, Claudio, pero con la sensación de que podía haber sido mucho mejor. Para la próxima, seguro.

Dejando a un lado el resultado de esta carrera, que bien podría considerarla como auténtico reencuentro conmigo mismo (redundancia, lo sé), tengo que hacer un pequeño punto y aparte para mis compañeras inseparables de las últimas grandes citas. Mis Adidas Adistar azules con las que conseguí mi mejor tiempo en maratón (Badajoz, 2010), y en un 10 mil (Pàris, 2011). También varios podios como en la Media Maratón de Fuenlabrada, en mi categoría o en el Raid Villa de Madrid (2012). Han sido unas auténticas todoterreno y seguro que podría aprovecharlas para un par de eventos más. Las he dado el último tormento en la Madrid-Segovia, con un triunfo por equipos, y he decidido darles descanso para el resto de mi vida, y de la suya.

Ahora estoy esperando nuevas oportunidades, pero a decir verdad no tengo muy claro hacia dónde dirigirme. Los últimos meses, muchos, he estado saliendo a correr 3 o 4 días a la semana, más lo primero, y he sumado entre 60 y 70 kms semanales. Me he encontrado a gusto y no he necesitado de más para hacer el GR10 (168 km en tres días), o la Madrid-Segovia (102 km en 10h13’). Mi primera idea es la de seguir saliendo cuando me apetezca, y hacer lo que el cuerpo pida. La segunda idea es la de preparar algo más serio, aunque estoy muy lejos de cometer cualquier locura. La única que se me ocurre es la de seguir corriendo, hasta que el cuerpo aguante o hasta que el corazón se pare.
 

II Subida al Pico Zapatero, 3 de junio de 2012
En un pequeño pueblo de Ávila, Sotalvo, no más de un centenar de corredores disfrutamos y sufrimos de la Subida al Pico Zapatero. Para quien no la conozca, bueno, mejor que se acerque a verla y ¡subirla! A mí me impresionó, sobre todo la parte final de unos 4 km en los que se sube por una auténtica "pared", primero, y después se escala entre grandes piedras. La bajada es más fácil, pero en esta ocasión para mí supuso mayor sufrimiento, puesto que a la debilidad que mostraba mi tobillo, se unió una caída que me dejó la mano muy tocada y un fuerte golpe en el costado izquierdo.
La crónica de mi carrera se podría resumir rápidamente: una de las peores carreras de mi vida en una de las más bonitas carreras que he corrido.
Salí muy despacio, las piernas no me iban ni tampoco me acompañaba el "motor", así es que decidí subir al tran tran, y cogerun sitio en la parte de atrás del pelotón. La subida se hizo bastante dura, sobre todo esa parte última que he descrito anteriormente, y una vez coronado el Pico Zapatero, me relajé bastante más pensando en mi maltrecho tobillo desde el Cross 3 Refugios.
Me pasaron bastantes corredores en esa primera parte del descenso, y cuando empecé a poder correr me enredé con unas matas y me pegué un "tortazo" que me dejó bastante tocado. Sin embargo, y dado que las dificultades desaparecieron, pude correr a un ritmo alto, adelantando a un buen número de corredores. Aún así, el puesto 43º entre menos de un centenar de participantes, deja claro dónde estaba mi forma física en ese momento.

Cross Tres Refugios
¡Madre mía, qué carrera! Supongo que los corredores de montaña estarán contentos con estos desniveles y senderos, pero a mí me falta aún mucho para encontrarme a gusto subiendo y bajando por sendas imposibles para un corredor de ciudad como yo. Para colmo, me caí bajando, dándome un fuerte golpe en la rodilla, y más adelante me torcí el tobillo violentamente... en fin, que de todas formas no hubiera ganado.
Mis compañeros Iván Benasque y Julio salieron con ganas, mientras que Quique, Miguel e Iván Porras un poco como yo, con tranquilidad. La primera cuesta a Bola ya te pone en tu sitio, y la posterior bajada por el Piornal y la Maliciosa, más aún. Después, un largo descenso de 10 km nos lleva hasta Canto Cochino, un recorrido precioso donde es posible correr mucho. Allí ya había tenido los dos incidentes, y marchaba con Quique, persiguiendo un poco a Iván.
No paraba prácticamente en los avituallamientos, por temor a que me doliera la caída, y por lo tanto le cogía un poco de ventaja a Quique que más tarde me recuperaba... Una vez empezamos a subir, ya era cuestión de tomárselo con calma, trotando los tramos más suaves y andando o trepando, los más duros. En determinado momento nos juntamos Quique, Iván y yo, pero de nuevo les perdí la pista en otro avitualliento, coincidiendo con el inicio de la última parte.
Entre prados, arroyos, piedras, nieve, niebla, etc... atacamos la última subida, con una pendiente más que respetable por la que había que clavar las manos. Después, un descenso vertiginoso nos conducía a la meta, donde entramos después de más de 4 horas de travesía por la sierra. Iván Benasque, con poco más de 3h30 y Julio, con 3h50, hicieron unas muy buenas carreras. Lástima de Miguel, que no pudo acabar como él hubiera querido.


IV Cross de los Vientos, 6 de mayo de 2012
El Cross de los Vientos es una carrera típica de pueblo. Con mucho entusiasmo y la ayuda de una organización que se ocupa de la parte más importante, logran sacar adelante una bonita prueba que recorre los alrededores de Navas del Marqués durante 15 kilómetros.
Se sale del pueblo, cuesta arriba claro, y enseguida se coge un sendero entre robles muy estrecho y bonito. Poco a poco se va saliendo del bosquecillo, pero la cuesta no perdona, sigue su búsqueda de la parte más alta del monte, donde se llega, al pie de los molinos eléctricos, cuando se llevan recorridos 6 km. La bajada tiene otros 6 km aproximadamente, y tiene de todo tipo de caminos, pistas, senderos e incluso campo a través. Una vez terminada la bajada aún quedan unos 3 km en los que nos encontramos varios repechos que hay que afrontar con fuerza. Los últimos metros se hacen por la calle principal, ligeramente cuesta arriba y por empedrado.
Mi carrera no fue nada buena. Salí desde la cola del grupo y me atasqué con el ritmo del pelotón de cola. Tampoco daba más de mí. A media subida pude respirar un poco y alargar la zancada, comenzando a pasar a más corredores. Kike ya hacía tiempo que se había ido para adelante y le veía a unos doscientos metros, ya inalcanzable. En la bajada seguí a buen paso, pero en cuanto terminó, y me encontré con un repecho, supe que no iba a poder seguir adelantando posiciones. Los tres kilómetros finales los hice con un grupito de tres corredores a los que había alcanzado, pero para la recta final ya no me quedaban fuerzas.

Maratón de Madrid 2012
Indiferencia. Esa era la palabra que mejor definía mi estado de ánimo ante la llegada del Maratón de Madrid de este año, el llamado Rock 'n' Roll Madrid Maratón. Sin entrenamiento, sin fondo, con dorsal prestado... no me sentía nada a gusto ni preparado, solamente, y quizá ni eso, para acompañar a algún miembro del Club GGM. Pero todo cambió la tarde anterior a la carrera. Sin saber muy bien todavía por qué, decidí de repente arriesgarme a ponerme en la línea de salida, y con más miedo que vergüenza con la idea de tratar de hacer los 42.195 metros.
Inconsciencia. Seguramente sí, pero no tanto si tenía en cuenta que era la carrera que más facilidades presenta, dentro de las largas, de abandonar en cualquier momento. Ese momento le fui esperando, en el km 20, en el 25, en el 30, a la salida de la Casa de Campo... pero no más allá. Increíblemente me fui encontrando cada vez mejor a medida que acumulaba kilómetros, y de la pesadez de los primeros metros pasé a la ligereza en los kms. en los que la mayoría que me rodeaban, penaban. Eso sí, no existen los milagros, el ritmo fue muy lento al principio, alrededor de 5'20", y un minuto más rápido al final, 4'20", pero me quedo con las buenas sensaciones al finalizar una carrera en la que no veía nada claro.
Al final, 3h23' sin preparar absolutamente nada, incluso un minuto menos que el año pasado en el que llegué con una buena cantidad de kilómetros en las piernas. Esto no hay quien lo entienda. Quizá por eso me gusta tanto este deporte.


X Carrera de Montaña de Cebreros, tierra -25 de marzo de 2012-
Creo que es la cuarta vez que participo en esta carrera. Desde la primera edición que la corrí, sentí una atracción especial por ella, por su entorno, por su recorrido... pero también por la gente que la organiza, esa que no repara en atención hacia los corredores y que se desvive año tras año por ofrecerles lo mejor. En esta ocasión me he vuelto a encontrar con todo esto, aunque había algo que no era igual que las anteriores ocasiones; el olor, el frescor del campo.
La sequía ha dejado todo el campo convertido en un erial, y eso se nota a la hora de transitar por los caminos y senderos de esta parte de la sierra abulense. Aún así, el paisaje, con esos tonos grises y pálidos de los que están a punto de morir, sigue siendo atractivo.
Esta vez, aunque no me he presentado en las mejores condiciones posibles, he vuelto a disfrutar de esta carrera, Saliendo el último, trotando al principio y progresando poco a poco, he conseguido completar los casi 22 km del recorrido con unas sensaciones que me han dejado casi satisfecho. No ha sido la mejor carrera de mi vida, ni siquiera está entre las 100 mejores, pero Cebreros sigue teniendo ese atractivo especial para mí, como para seguir invitándome a volver otro año más.



I Carrera Popular de Pinto, 10 kms, asfalto -4 de marzo de 2012-
Casi sin quererlo ni proponérmelo, me presenté en esta carrera con el aliciente de acompañar a otros cuatro componentes del CA GGM, y con el ánimo de hacer grupo para la clasificación por equipos. 
Mi intención era simplemente correr. Terminar la carrera sin ninguna pretensión y disfrutar el antes y el después con los compañeros, de hecho así fue. Mario y César estuvieron soberbios y consiguieron sendas marcas personales en los 10.000 metros. Julio acompañó de manera inteligente a Mario, y el bueno de Iván se reencontró con la comeptición después de una temporada con algunas molestias.
Yo esperaba correr a un ritmo cercano a 4'/km, era para lo que creía que estaba preparado, ni un segundo menos. En realidad no había hecho nada de nada de "calidad" los últimos ¿? meses. Para mi sorpresa, estuve rodando casi siempre en 3'48" aproximadamente, que me valió para llegar al final en 38.25... bueno, solo estuve a 3 minutos de mi mejor tiempo.


 
II Raid Villa de Madrid, 25 kms, tierra y asfalto -28 de enero de 2012- El sábado 28 de enero volví a correr el Raid Villa de Madrid, una prueba mitad competición, mitad diversión, en la que los participantes, divididos en tres categorías, salimos con un mapa y una tarjeta de control en la mano. El recorrido de poco más de 25 kms discurría casi en su totalidad por la Casa de Campo, y tenía 8 controles de paso. La señalización de este tipo de pruebas es el justo para tener que ir pendiente del mapa, algo que resulta divertido puesto que no solo te dedicas a correr al máximo por un recorrido delimitado por vallas o cintas.  Después de 1h55' de recorrido y, después de atropellar a un perro en los primeros kilómetros, jejeje, llegué a la meta en tercera posición. Un puesto que no dice nada, ya que la participación fue tan excasa que se temió incluso por la celebración de la carrera.

                                     Los tres primeros clasificados y las dos primeras mujeres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario